Don Quijote se hartó de leer libros de caballería andante de tal forma que se propuso caminar por La Mancha para hacer el bien y deshacer entuertos. Mantuvo en su mente la Edad Media a pesar de que la sociedad de su tiempo, el año 1600, había cambiado y estábamos ya muy entrada la Edad Moderna, con algunos elementos supervivientes de la Edad Media incluso hasta el 1800, pero un mundo en su globalidad muy diferente al de su idealizada Edad Media. Así es como Don Quijote, para hacer el bien y deshacer entuertos, se va entrometiendo en las vidas privadas de quienes se encuentra en aras de aplicar justicia con sus principios medievales, si bien de vez en cuando los molinos de viento dejaban de ser los presuntos gigantes seguro que debido a algún encantamiento.
No hay nada peor que no estar a la altura de los tiempos y vivir aún en un mundo que ya dejó de existir, pues la búsqueda de malhechores y bandidos para dar sentido al ego del justiciero nos puede llevar a dudar de la bondad de muchas personas y convertirlas bajo nuestros ojos en lo contrario de lo que son, y todo para seguir viviendo en la Edad Media y no aceptar que el mundo ha cambiado.
Junto al Quijote encontramos a Sancho Panza, no es que fuese muy creyente de la ideología de su “amo”, pero la ilusión de la futura ínsula que recibiría como botín bien merecía la pena el participar en dicho proyecto, pues a río revuelto ganancia de pescadores y si algo cae bienvenido sea.
La anterior metáfora puede servir para introducirnos en la necesidad de leer y leer para saber porqué un día repentino nos encontramos a Don Quijote con su lanza directa hacia nosotros, apelando a no sé qué justicia y condenándonos por ser supuestos sultanes de ciertos territorios que ya no son nuestros.
Debemos leer el Quijote, sí, debemos saber qué motiva esa sed de justicia, y no solo criticar a Sancho Panza por beneficiarse del botín que es la más superfluo y evidente al vivirlo como el daño más cercano. Debemos leer para no simplificar bajo términos de feminazis una realidad mucho más compleja y diferente a una maldad que se haya vestido de mujer, pues en primer lugar los feminismos son varios y las formas de ser mujer en el mundo también, y podría sorprender que frente al feminismo más radical y marxista, tan hegemónico y de pensamiento único en todas partes, existe otro feminismo liberal, el cual es menos conocido incluso por las propias mujeres que así lo piensan y que se quedan absortas de ver que ellas también son feministas… pero de otra manera y a la altura de los tiempos.