Culpables por acusación: Edición Celebrity.

Hace unas semanas vimos a Dani Alves ser señalado como autor de un delito de agresión sexual contra una joven en una discoteca. Más tarde, comenzamos a ver cómo el colectivo feminista lo consideró culpable desde el primer esbozo de esa acusación. Por otra parte, una marabunta de personas (ya cansadas de la presunción de culpabilidad pública) comenzaron a cuestionarse hasta qué punto era justo basarse en una mera acusación para tomar acción sobre el presunto culpable. Lo de siempre, vamos.

Lo diferente en este caso es que la investigación apunta a que en este caso, Dani Alves sí podría ser culpable del delito. Él cambió su versión, ella no. Ella no esperó ni horas, ni días, ni semanas para denunciarlo. Pidió ayuda en ese mismo momento al personal de la discoteca. Existe una grabación que constata el ingreso de ambos al baño y los exámenes corroboraron que la posición de la chica en el baño coincide con su relato y no con el de Dani Alves. En este caso, cuando afloró la evidencia ante el ojo público, casi nadie quedó que se atreviera a defender al futbolista. Y es ahí donde reside la diferencia fundamental entre las formas de afrontar este tipo de noticias y acusaciones: podemos sentenciar desde la acusación, o podemos esperar a que los profesionales correspondientes arrojen la evidencia necesaria para poder sacar una conclusión basada en hechos por nosotros mismos.

Ahora, una parte del feminismo devuelve la pelota, como si de un partido de fútbol se tratara: “era culpable”. “¿Veis? Teníamos razón. Estabais defendiendo a un violador”. Esta frase, en realidad, sólo es una forma elegante de pedirnos que no basemos nuestras propias conclusiones en evidencia, sino que sentenciemos firmemente la culpabilidad del acusado desde el principio y esperemos que la evidencia (si existe) coincida con lo que ya decidimos creer. En general, este modus operandi de pensamiento por parte del feminismo más recalcitrante, nunca es aplicado bidireccionalmente.

Esta semana pasó otra cosa: Justin Roiland, que a muchos os sonará como uno de los creadores de Rick y Morty, fue despedido de la producción de la serie por haber sido acusado por una ex-novia de nombre desconocido. No sabemos qué alega exactamente la acusación. Sólo tenemos un comunicado por parte de Adult Swim, la empresa madre, de que Justin Roiland no seguirá participando. Otro dato que trascendió sobre la acusación contra Roiland, ofrecida por su propio abogado, asegura que a Justin le ofrecieron un acuerdo de conformidad, que él se negó a firmar. Querían convertirlo instantáneamente en culpable firmando un papel, como sucede cada día en juzgados de todo el mundo. En España, es bien sabido que particularmente se utiliza para amedrentar a los acusados (muy en general de falsas denuncias) con que, si no firman la conformidad, lo que se les puede venir después en la batalla judicial, es realmente mucho peor. Lo que no saben es que al firmarla, serán para siempre maltratadores, violadores, o cualquiera que sea el delito. Tampoco saben que esto les va a impedir poder acceder jamás a una custodia compartida. O que van a tener problemas a la hora de volver a conseguir empleo. Entonces firman. Y desde ese momento todos pueden llamarle “Maltratador” o “Violador” impunemente (recordáis el caso de Rubén Castro). A Justin Roiland le ofrecieron eso y él dijo que no. Su abogado manifestó que van a litigar y que están convencidos de que podrán probar la inocencia de Justin. Aún no pesa sobre él ninguna condena, Justin Roiland ya ha sido despedido.

Al mismo tiempo que esto sucede, cobra fama un vídeo en internet. Un vídeo donde Mindy Kaling confiesa en una entrevista haber acosado a un compañero de reparto. Así es. Como te lo cuento. Dicen que en la escena estaban rodando un flashback a la época de la universidad. Allí estaba con su compañero de reparto, en la cama, y según el guión sólo tenían que hablar. Entonces ella dice: “yo estaba escuchando todo lo que él decía, y yo estaba como ahá, ahá, porque a quién coño le importa lo que estaba diciendo… y entonces “improvisé” besarle. Él se quedó como… mhhh ¿qué? Y más tarde, unos productores de guión me dijeron ¡¿Qué has hecho?! ¿Sabes que te pondrían demandar por eso? Y yo les dije: Bueno, díselo a alguien y estás despedido.” Mindy Kaling no sólo no ha sido despedida de ningún sitio por estas declaraciones recientes, sino que hace pocas semanas ha estrenado su nueva serie, de la cual es creadora y voz principal, ‘VELMA’. Serie basada en Scooby Doo, abarrotada de reclamos feministas innecesarios.

Otro ejemplo parecido lo podemos ver relatado en un monólogo del humorista Bill Burr. En su monólogo ‘Paper Tiger’ relata cómo una vez fue acosado sexualmente dentro de la industria en la que él trabaja. Relata cómo había ido a un evento privado a presentar uno de sus monólogos y coincidir allí con una figura pública que también se iba a presentar. Cuando ella salía de hacer su presentación, en el pasillo se cruza con Bill y sin más contexto, le agarra el paquete. Él se quedó en shock y en su monólogo explica que se quedó pensando en eso durante días. Que se dio cuenta de que le estaba afectando y que si seguía pensando en eso, de alguna manera era como dejar que ella ganara. Lo relató con humor porque es un humorista, pero se leía del monólogo que fue una situación que realmente lo incomodó. Al fin y al cabo, yo no estoy muy de acuerdo con normalizar que tocarle los genitales a un hombre sea menos grave que hacérselo a una mujer. Lo curioso de todo esto es que más tarde apareció por internet un vídeo de una personalidad pública que coincidía con la descripción de Bill Burr, contando entre risas que una vez en un evento le agarró el paquete al comediante. La gente unió los puntos y sacó la conclusión de que ambas personalidades estaban contando la misma historia desde sus puntos de vista. Lo que para ella fue una gracia, para él fue un padecimiento convertido en gracia.

Es entonces donde el feminismo confiesa sus peores pecados. Donde explícitamente te dice que perseguir la igualdad es sólo una excusa. Donde te demuestra que para el movimiento social que erige ministerios en nombre de la igualdad, los actos no son malos o buenos por su propia naturaleza, sino sólo en función de quiénes lo perpetren. Y en el proceso, condenan a sus hermanos, a sus padres y a sus hijos.