La discriminación inversa: el fin justifica los medios

España. Año 2022 de nuestra era. 44 años desde la Constitución Española y su artículo 14 que promulga la igualdad sin discriminación por razones de sexo. Sí, 44 años, la mitad de los españoles posiblemente no habrían nacido aún, pero se hablaba de igualdad entre sexos. Si bien, en 2004 cuando la Constitución Española alcanzó los 26 años, una ley orgánica contra la violencia de género alentada por las feministas radicales marxistas cambia el rumbo del artículo 14, y deciden que todos somos iguales ante la ley salvo si naces hombre. El Tribunal Constitucional en 2008 decide sobre su anticonstitucionalidad. Como en los partidos de tenis, en el set por 7 votos a 5 gana la constitucionalidad de la desigualdad entre hombres y mujeres. Tener amistades o conocidos en los lugares importantes es un valor añadido en este país, con los años sabes que eso es lo que funciona y no la capacidad o el grado de ética con que te muestres ante el mundo.

Comienza la sangría. Los hombres llevan la cruz de la culpabilidad a sus cuestas, ante jueces y fiscales formadas para la causa, los calabozos y los Juzgados de Violencia para la Mujer se atiborran de demandas y hombres que desfilan sin abogado que haya preparado su defensa. Tras una o varias malas noches tienes la sensación de que te espera la santa inquisición a la luz del alba, no se sabe el motivo, no se saben las pruebas, solo que tu abogado o abogada de oficio formados adhoc te presenta la papeleta de “algo culpable”, pues no es aconsejable que te declares inocente porque con los jefes y las jefas superiores del juez o jueza aún te puede ir peor de lo peor.

Firmas por miedo al demonio, si en estos escalones del infierno no te dejan hablar ni argumentar el azote del maligno superior puede ser devastador. Los daños colaterales son tus hijos e hijas, tu casa que bien pagabas, tu barrio de toda la vida. Llega un momento que ves que los daños colaterales son en sí la finalidad del diablo, y todo lo demás una pantomima, un circo con actores y actrices bien formados para que como hombre vivas sin familia, sin casa, alejado de todo lo conocido, desterrado y desempoderado, porque ahora es ella la empoderada a tu costa de lo que has creado con dedicación y amor. Y todo ello porque un día naciste hombre en una sociedad gobernada por feministas radicales marxistas.

Esta historia es el más fiel ejemplo de lo que es el atentado a la igualdad jurídica y como funciona la discriminación inversa. Las feministas radicales marxistas argumentan que se da una discriminación indirecta cuando una ley o práctica que aparentemente es neutra en el fondo se pone a personas de un sexo en desventaja respecto a otro, pero añaden que SALVO que esa ley o práctica puedan justificarse objetivamente a una finalidad legítima y que los medios sean necesarios y adecuados, y aquí en el SALVO está el meollo de todo.

¿Qué quiere decir el SALVO? Que la discriminación es válida si el fin justifica los medios. Por lo que el feminismo radical marxista entiende que sus fines de poner fin al supuesto patriarcado estructural, por el cual en 2022 los hombres ocupamos posiciones de poder y privilegio en nuestra sociedad occidental, bien se merece pasarse por el forro la discriminación indirecta y atender al SALVO, a pesar de que ello pueda ser discriminatorio (e injusto) hacia los hombres.

Estas feministas radicales marxistas están convencidas que en aras a poner fin al patriarcado en el que supuestamente vivimos, ellas pueden llevar a cabo todas las medidas de discriminación hacia los hombres habidas y por haber sin límites, porque su fin justifica los medios (Maquiavelo se pondría las botas de felicidad). Y los hombres debemos tener bien claro a quienes tenemos en frente, a feministas radicales marxistas que argumentan que para conseguir sus fines “legítimos” les da igual la igualdad y la discriminación hacia los hombres, sin reparos y sin límites.

Esta discriminación “positiva” hacia la mujer va a conllevar una discriminación inversa hacia los hombres. La discriminación inversa consiste en que al discriminar positivamente a un colectivo se está al mismo tiempo discriminando negativamente a los que no pertenecen a él, generándoles un daño por no ser de ese colectivo.

Así, cuando se intenta “sobreproteger” a la mujer de la supuesta violencia estructural que ejercemos todos los hombres por nacer hombres a través de la ley de violencia de género, se produce una discriminación inversa simultánea en todos los hombres de gravísimas consecuencias, por las cuales pasamos a tener la presunción de culpabilidad y somos encerrados en el calabozo (por si acaso somos asesinos), el abogado o abogada de oficio no conoce nuestro caso ni historia ni ha tenido tiempo, y las penas por el mismo acto son muy superiores a si las hubiese cometido una mujer, de manera que el sistema te rodea y te encamina a una declaración de conformidad.

Todas estas medidas también se justifican por el feminismo radical marxista para que sean un elemento “disuasorio” de que los hombres podamos llegar a ser violentos contra las mujeres en las relaciones de pareja, si bien en 18 años no lo han conseguido según las estadísticas bajar de alrededor 50-60 asesinatos al año, pero al fin y al cabo lo que les importa no son los asesinatos que no bajen sino el acabar con los hombres que supuestamente disfrutamos del patriarcado.

A partir de esa discriminación inversa sobre el hombre, la contraparte se empodera y sabe bien que en la negociación por los daños colaterales de hijos, casa, alejamiento, pagas, etc (el objetivo principal de todo el circo para poner límite a la custodia compartida conseguida) ella saldrá ganando con mayor probabilidad, pues ya ha mandado el aviso de que le basta que levante un dedo para que sea presunción de veracidad, salvo que actúe tan mal como Amber Heard contra Jhonny Depp. A los hombres solo nos queda seguir luchando por un nuevo set donde se recupere la igualdad y nunca dar por perdida la partida por mal escenario al que nos enfrentemos.